Seguimos con la historia de la Fares-Video.
DOMINGO, 17 DE MAYO
El mueble ya estaba limpio pero me faltaban herramientas para ponerme con el resto de asuntos. Recordé que, no hace mucho, compré un spray de pintura negro mate que tiene todos los puntos para ser el color que le voy a dar a las puertas metálicas.
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Cogí un estropajo de metal, Mistol y quitagrasas y me fui al lavadero a repasar el marco de la puerta del monedero y la pieza de metal que soporta el panel de control. Rasqué lo más grande para sacar todo el óxido que tenían las condenadas piezas y, finalmente, logré dejarlas en un estado más que aceptable. Me llevé las piezas al balcón y allí las pinté sobre una pieza grande de cartón. Al cabo de unas horas eché un vistazo y el resultado no podía ser más satisfactorio. Lo próximo sería abrir la puerta de recaudación, para la que no tenía llave. Tocaba comprar una broca de metal y forzarla. ¡Quién sabe qué tesoros escondería la condenada! Lo mejor es que ya había dado otro pasito más hacia el resultado final.
LUNES, 18 DE MAYO
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Después de trabajar por la tarde, tenía tiempo de llegarme a LeroyMerlin a comprar alguna que otra herramienta y detalles que me hacían falta para continuar con la restauración de la Fares. La cuenta sigue subiendo y ya llevo casi 60€ gastados en herramientas, útiles y repuestos. Esta vez me llevé un par de sargentos, destornilladores, piezas para la iluminación y lo principal, la broca de metal. Una broca del 6 que me serviría para abrir la puerta de recaudación y desvelar los secretos del mueble. Todos estos gastos los iré anotando para, al final, poder hacerme una idea con propiedad de lo que cuesta restaurar un mueble como este.
Ya no tenía tiempo para meter mano al mueble. Mañana sería otro día.
MARTES, 19 DE MAYO
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Aprovechando que tenía la tarde libre, me puse con la puerta de recaudación. Ya el primer día hice un intento de forzar la cerradura pero el usar brocas no adecuadas hizo que la cosa esperara hasta hoy. Taladro en mano, broca nueva cargada y manos a la obra. Ni dos minutos duró.
Abrí la puerta y descubrí un cajón de recaudación de hierro en color negro, con pocos desperfectos y que no sería muy complicado de restaurar. Cuando metí la linterna descubrí el tesoro: un euro en monedas de 20 cents, 25 pesetas de las gordas y, lo mejor, los manuales de la fuente de alimentación, monitor y placa de configuración de monederos, todo ello en muy buen estado. Terminé de desmontar la puerta y me la llevé a pintar, después de un buen rascado y saneado con un cepillo de púas que compré. Después de secar, el resultado era buenísimo. Esto va cogiendo forma! Vamos!
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