Hace un par de días, mi amigo Ryu me dijo que ya tenía acceso a la beta de Street Fighter V. La foto que me mandó por Whatsapp me trajo a la mente un recuerdo imborrable. -"Madre mía, cómo pasa el tiempo..." -pensé. Street Fighter es una de esas partes de mi infancia videojueguil difícil de olvidar. No sólo porque siempre ha sido uno de mis juegos favoritos, sino porque también supone uno de mis primeros recuerdos de los salones arcade de mi ciudad. La primera vez que jugué a World Warrior fue en el Recreativo Europa, donde también caté el Champion Edition, también conocido como "el Street Fighter de las sombras" por aquello de poder coger al mismo personaje en modo versus.
La recreativa siempre tenía su halo místico. Yo tendría 8 o 9 años. Alrededor siempre había colas inmensas y estaba rodeada de gente, por lo que intentar ver algo ya era complicado debido a mi altura y, no digamos ya, poder jugar. Cuando conseguía echar 5 duros sentía como me envolvía una sensación de nerviosismo y me subía la adrenalina. No sabía hacer ninguna de las magias y siempre me elegía a Ryu porque era el que tenía pinta de protagonista. El mueble en el que estaba el juego no era el original, sólo tenía 3 botones, así que no podía hacer todos los golpes y me limitaba a lanzar puños flojos y patadas fuertes al voleo.
Un día, el revuelo de gente alrededor del mueble era mayor de lo habitual. Expresiones como "la sombra quita más vida" o "cógete a Mr. Vision (sic)" despertaron mi curiosidad. Me acerqué y allí estaban. Dos adolescentes (vulgo "los mayores") jugando a versus, donde uno de ellos llevaba a Ken y el otro a M. Bison, ambos con los colores "Botón B". ¡Ken con un gi azul marino! ¡M. Bison con un uniforme que parecía uno de los guardias de la plazoleta! ¡Y en el escenario de Blanka! Estaba claro, tenía que jugarlo como fuera. Esperé mi turno pacientemente y cuando me acerqué y empecé a jugar se acercó el chico que antes había visto manejar a Bison. -"¿Quieres que juguemos, chaval?" -preguntó-. -"Bueno... vale..." -contesté, con una mezcla de admiración y miedo-. El chico echó 5 duros en la ranura del jugador 2 y pulsó el boton de 2P Start. Aquí llega un nuevo competidor. Él volvió a elegir a Bison con su uniforme amarillo y verde y yo pulsé el botón de 1P Start para elegir a la "sombra" de Ryu. Comenzó el combate y desde el minuto 1 mi oponente atacó con Psycho Crusher . No sabía de dónde me llegaban los palos. Psycho Crusher, salto y patada, Psycho Crusher, salto y patada. Mis habilidades no eran demasiado buenas, así que el primer round terminó con un Perfect para mi contrincante. Cuando comenzó el segundo round, otro chico se acercó a nosotros. -"Eh, chaval! ¿Quieres que te haga el "obuken"? -me preguntó-. Yo asentí con la cabeza y le cedí los controles. El desconocido se puso a los mandos y la famosa bola azul empezó a salir de las manos de Ryu. Además, lanzaba un puñetazo hacia el aire y una patada giratoria que me pusieron los ojos como platos. Yo estaba fascinado. Tanto, que se me olvidó que era mi turno y que el que estaba jugando era yo.
El combate terminó con resultado favorable al chico que llevaba a Bison, no sin antes haber cedido un round. Claró, mi personaje había perdido por lo que, por las reglas del juego, quien gana un versus sigue jugando el modo 1P y, por lo tanto, yo estaba fuera. Al principio sentí que se habían reído de mí pero pronto me di cuenta de que había aprendido una lección muy importante: nunca confíes en un "estacionario"
N.A.: Estacionario: dícese de la persona random que acecha los muebles arcade ofreciendo "ayuda" a los que son más pequeñajos para aprovechar el crédito que han echado previamente y así poder jugar ellos.
Sólo decirte que has retratad perfectamente lo que era ser un aficionado de videojuegos de la época (lo que ahora se dice "gamer"). Una época en la que Los videojuegos eran por y para los niños (marcianitos). Me he sentido identificado con cada palabra que has escrito ya que todos tenemos alguna experiencia así.
ResponderEliminarTio, gracias por el artículo.